El Kyoto Concert Hall es uno de los edificios más famosos e impresionantes de Arata Isozaki, el arquitecto japonés más famoso del mundo después de Ando. Recuerdo haberlo visitado por primera vez en mi segundo fin de semana en Japón, en el que estaba atosigado de mis infructuosos estudios de japonés. Tomé el subterráneo y me bajé en la estación de Kitayama, y descubrí con sorpresa que se encuentra detrás del Jardín de las Artes Finas de Ando.
A primera vista, impresiona la imponencia de su cono negro metálico, suavizado con esa fachada de curvas tan interesantes y sensuales. En la primera planta hay un restaurante francés, al que se accede por un puentecito... bueno, personalmente no me gustaron los crépes a la japonesa.
Al ingresar, me gustó mucho la calidez de los materiales, así como la forma cómo el arquitecto había reciclado algunos elementos tradicionales de la arquitectura japonesa. Ya dentro del cono, está ese lobby magnífico de paredes inclinadas y dentro de él una rampa que va ascendiendo y abriéndose como una espiral tipo tornado. "Qué raro" me dije. "Habría jurado de era un cono y no un cono invertido.. ¿Por qué la espiral se abre en vez de cerrarse?" Luego, estudiando los planos, comprendería que el cono metálico encierra en su interior un cono invertido.... astutos...
Como explico en Moleskine, el Kyoto Concert Hall tiene dos salas: un pequeño ensemble y una gran sala de conciertos, diseñado para acoger a las mejores orquestas del mundo.
Bueno, la verdad es que mi presupuesto no me alcanzaba para oir a las mejores orquestas, así que tuve que contentarme con un cuarteto en el ensemble... aun así me pareció maravilloso. Recuerdo haber sentido una nostalgia enorme, en aquellos primeros días en Japón y haber deseado compartir ese momento con mi familia y amigos.
Al cuarteto le siguó un cantante norteamericano, que se puso a interpretar baladas pop en inglés. En un momento empezó a pedir a la gente que acompañara la canción con aplausos, a lo concierto de rock. Bueno, el público que acude a este tipo de espectáculos no es muy participativo que digamos, y siendo japoneses, que son muy tímidos, peor. Recuerdo a las viejitas, demasiado amables como para pifiar, mirándose perplejas , casi sin entender lo que pasaba y aplaudiendo desordenamente mientras el hombre seguía con su "one two... I can't live my life without youuuu".
Aproveché un momento de euforia para tomar algunas fotos clandestinas, pese a la prohibición expresa. Puedo entender que no quieran que se fotografíe a los intérpretes, pues puede distraerlos, pero al edificio?? Más incomprensible aún cuando, en una segunda visita por el aniversario de la universidad permitieron tomar todas las fotos que uno quisiera. ¿Quien los entiende?
Creo que éste es uno de los salones de conciertos más soberbios que haya visto, con una sofisticación técnica impresionante, sin perder la elegancia y sobriedad.
Presionar aquí para volver al artículo de El Salón de Conciertos de Kioto en Mi Moleskine Arquitectónico.
A primera vista, impresiona la imponencia de su cono negro metálico, suavizado con esa fachada de curvas tan interesantes y sensuales. En la primera planta hay un restaurante francés, al que se accede por un puentecito... bueno, personalmente no me gustaron los crépes a la japonesa.
Al ingresar, me gustó mucho la calidez de los materiales, así como la forma cómo el arquitecto había reciclado algunos elementos tradicionales de la arquitectura japonesa. Ya dentro del cono, está ese lobby magnífico de paredes inclinadas y dentro de él una rampa que va ascendiendo y abriéndose como una espiral tipo tornado. "Qué raro" me dije. "Habría jurado de era un cono y no un cono invertido.. ¿Por qué la espiral se abre en vez de cerrarse?" Luego, estudiando los planos, comprendería que el cono metálico encierra en su interior un cono invertido.... astutos...
Como explico en Moleskine, el Kyoto Concert Hall tiene dos salas: un pequeño ensemble y una gran sala de conciertos, diseñado para acoger a las mejores orquestas del mundo.
Bueno, la verdad es que mi presupuesto no me alcanzaba para oir a las mejores orquestas, así que tuve que contentarme con un cuarteto en el ensemble... aun así me pareció maravilloso. Recuerdo haber sentido una nostalgia enorme, en aquellos primeros días en Japón y haber deseado compartir ese momento con mi familia y amigos.
Al cuarteto le siguó un cantante norteamericano, que se puso a interpretar baladas pop en inglés. En un momento empezó a pedir a la gente que acompañara la canción con aplausos, a lo concierto de rock. Bueno, el público que acude a este tipo de espectáculos no es muy participativo que digamos, y siendo japoneses, que son muy tímidos, peor. Recuerdo a las viejitas, demasiado amables como para pifiar, mirándose perplejas , casi sin entender lo que pasaba y aplaudiendo desordenamente mientras el hombre seguía con su "one two... I can't live my life without youuuu".
Aproveché un momento de euforia para tomar algunas fotos clandestinas, pese a la prohibición expresa. Puedo entender que no quieran que se fotografíe a los intérpretes, pues puede distraerlos, pero al edificio?? Más incomprensible aún cuando, en una segunda visita por el aniversario de la universidad permitieron tomar todas las fotos que uno quisiera. ¿Quien los entiende?
Creo que éste es uno de los salones de conciertos más soberbios que haya visto, con una sofisticación técnica impresionante, sin perder la elegancia y sobriedad.
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