sábado, 11 de septiembre de 2010

CHINUE SUGIHARA, EL SCHINDLER JAPONÉS


Todos en Japón conocen la historia de Oskar Schindler, gracias a la extraordinaria película que sobre su historia dirigiera el famoso Steven Spielberg. Sin embargo muy pocos conocen la historia de Chinue Sugihara, un hombre que salvó muchísimas más vidas que Schindler (quien después de todo se benefició de la labor esclava de los judíos para hacerse rico, aunque luego usó esa riqueza para salvarlos), sino que lo hizo de manera desinteresada y eficiente.

Sugihara (1901-86) fue cónsul de Japón en Lituania cuando en 1939 estalló la Segunda Guerra mundial. Gracias al Pacto Molotov-Ribbentrop, Hitler y Stalin habían acordado dividirse Polonia, y dejar bajo el dominio de la URSS a Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Bielorrusia. En 1940 los soviéticos invadieron Lituania, que sería posteriormente invadida por los nazis. Ante el peligro de la invasión germana, a Sugihara se le ordenó dejar su puesto.

Miles de judíos polacos, lituanos y rusos solicitaron una visa al consulado japonés en Kaunas (la segunda ciudad lituana después de Vilnius), en una época que era extremadamente difícil viajar y ningún país quería recibirlos.


Entre el 31 de Julio y el 28 de Agosto de 1940, es decir en menos de un mes, Sugihara extendió miles de visas, conocedor de los peligros que acechaban a los judíos, a pesar de que la autorización desde Tokio para extender las mismas fue denegada. Se calcula que entre 6,000 y 10,000 judíos fueron salvados gracias a Sugihara. Usando el tren transiberiano, viajaron hasta Vladivostok, y de allí se embarcaron a Kobe y posteriormente a países tan lejanos como China, Canadá y Surinam.


Posteriormente Sugihara fue hecho prisionero por los soviéticos cuando éstos ocuparon Rumanía, donde él tenía un rol diplomático. Estuvo 18 meses preso, y tras ser liberado fue expulsado del cuerpo diplomático japonés, según algunas fuentes debido a sus acciones en Lituania.

Sugihara fue homenajeado en 1985 en Israel, siendo nombrado "Justo entre las Naciones". Pero él ya estaba muy enfermo, y no pudo atender a la ceremonia. Cuando murió al año siguiente, ninguno de sus vecinos sabía lo que él había hecho.


Se calcula que aproximadamente 40,000 descendientes viven hoy gracias a las acciones de Sugihara.


lunes, 6 de septiembre de 2010

PREGUNTAS SOBRE NAZIS Y JUDÍOS

Quema de una sinagoga en Berlín

Por todos es conocido que uno de los episodios más funestos de la Segunda Guerra Mundial es el exterminio masivo de millones de judíos. Cuando preguntamos la razón, la respuesta ha sido la misma: la paranoia racista de un grupo de nazis que planeó, organizó, ejecutó y trató de ocultar este gigantesco crimen. De esto no me cabe la menor duda, pero cuando he preguntado el porqué del silencio y la complicidad del pueblo alemán, paradójicamente uno de los países más cultos de Europa, particularmente cuando he formulado esta cuestión a mis amigos de ese país, he obtenido siempre respuestas esquivas, cabezas bajas sumergidas en la culpa y la vergüenza.

Afiche alemán antisemita

Un amigo israelí me decía que la causa era el cristianismo, aquella famosa línea de “Caiga la sangre de Cristo nosotros y nuestros hijos” (Mt. 27:25). Me permito dudar al respecto. Los nazis no estaban interesados en adoctrinar ninguna religión, y no tuvieron ningún empacho en asesinar Testigos de Jehová y sacerdotes católicos.
Aunque por otro lado, no se puede negar que haya existido históricamente discriminación religiosa en Europa desde la llegada de los judíos luego de la destrucción de Jerusalén y la subsecuente Diáspora (responsabilizados por la peste negra en el siglo XIV, expulsados de España en el siglo XV, aislados en Venecia en pequeños barrios llamados “ghetto” (que significa "fundición"), acusados por Lutero, hostigados por los zares en Rusia, etc.), sin embargo, pienso que más importantes que las causas religiosas y culturales fueron las razones económicas. Era fácil echarle la culpa de los males a un grupo de inmigrantes sin patria, expulsarlos y quedarse con sus propiedades.

Afiche nazi lanzado sobre Rusia

Pero volviendo a los nazis, ¿qué argumentos usaron para convencer a la población germana de que los judíos eran enemigos del Estado, aparte del tema racial? ¿Por qué algunos de los más entusiastas verdugos de los judíos y colaboradores de los nazis no fueron alemanes sino ucranianos, letones, eslovacos y hasta colaboracionistas franceses?

Los siguientes serían algunos esbozos de respuesta, y enfatizo el condicional pues no soy historiador, aunque siempre me ha interesado mucho el tema, y que de alguna forma es evidente en la muestra del Museo Judío en Berlín y otras fuentes.


"Los judíos hacen las guerras más largas, inician las guerras". Afiche alemán.

- Antisemitismo global. Al no tener país, los judíos al igual que los gitanos eran considerados forasteros y sistemáticamente separados de la sociedad. El mundo en general y Europa en particular era mayoritariamente antisemita (Latinoamérica y Asia lo eran en menor grado). Hasta los países más “vanguardistas” como EEUU incluían legislaciones antisemitas y raciales hasta los 50s y 60s (Edgar Kauffman pudo haber construido la Casa de la Cascada, pero no se le permitía el acceso a clubes sociales).

- La usura. Para el esquema moral judío, la usura, es decir el cobro de intereses por los préstamos, era una actividad perfectamente lícita. La Iglesia Católica condenaba esta práctica por aquello de que “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al reino de los cielos”(Mt 19, 23-30). Por otro lado el Protestantismo, en particular el Luteranismo promovía la adoración a Dios a través del trabajo duro y honrado. Nada podría estar más lejos de ello que la usura, es decir el obtener beneficios de transacciones comerciales. Que unos extranjeros se hagan de dinero fácilmente y “sin trabajar” era muy mal visto en aquellas sociedades (Martín Lutero escribió un libro "Sobre los Judíos y sus mentiras").

- La conspiración judía internacional. Hitler culpó a la “Conspiración Judía Internacional” del recrudecimiento de la guerra luego del ingreso de EEUU a la misma a fines de 1941, fecha en la cual los planes para la “Solución Final” se precipitaron. Naturalmente, no había ninguna conspiración internacional, pero sí hay un antecedente del que se habla muy poco.
En 1917, en las etapa decisiva de la Primera Guerra Mundial, un grupo de judíos Sionistas de EEUU apoyaron a Gran Bretaña contra Alemania, a cambio de recibir un territorio los judíos en Palestina, por aquél entonces parte del Imperio Otomano y que luego caería en manos británicas. Este documento se llama la Declaración Balfour. Por supuesto este acuerdo no se llevó a cabo, y el estado de Israel se crearía recién en 1948. Pero, ¿a esto se refería Hitler cuando decía que ‘nunca perdonaría a los judíos su traición en la Primera Guerra Mundial’?

- Las loggias de judíos. Debido a las restricciones impuestas por la sociedad, los judíos empezaron a especializarse en ciertas profesiones y actividades: la banca, la cultura, el arte, las leyes, la medicina. “Luego de la Primera Guerra los judíos controlaban las sociedades de médicos y abogados, y sólo sus amigos judíos podían pertenecer a estas loggias. Sólo tras el ingreso de los nazis los médicos alemanes pudieron tener buenos trabajos” me contaba un amigo en Alemania. El propio Hitler en su juventud fue rechazado como artista en la Academia de Bellas Artes de Viena que según él, era controlada por judíos.

Propaganda antisemita nazi

Estas son algunas razones que, exacerbadas por la propaganda nazi, podrían explicar la pasividad de los alemanes ante los abusos, atropellos, ataques a sinagogas, destrucción de comercios, hostigamiento y finalmente expulsión de miles de vecinos judíos de sus ciudades. La propaganda de Goebbels les mostraba luego los “nuevos pueblos modelo” donde los desterrados habían sido relocalizados en el Este y donde se los veía “trabajando” alegre y organizadamente, en una imagen muy distante de la realidad de los ghettos en Polonia.

Sin embargo, ni siquiera la propaganda más efectiva habría podido convencer a la población local del plan de la Solución Final. Los horrores de las ejecuciones masivas y los campos de exterminio deberían hacerse en el más extremo secreto…