sábado, 11 de abril de 2009

LA MALDICIÓN DEL CORONEL SANDERS

Dotombori solía ser una de las áreas ribereñas más contaminadas de Osaka. En esta zona, pululante de negocios y de luces de neón, un canal acarreaba toda la inmundicia típica de las grandes ciudades. Pero recientemente, se viene llevando a cabo un interesante proyecto de renovación urbana, para volcar el distrito al arroyo, en vez de darle la espalda.

Junto a Pilarcita y Giancarlo, desde el puente Ebisubashi, contemplamos estas obras y el fantasma en ruinas de lo que fuera el Kirin Plaza de Shin Takamatsu. Entonces Mr. G., inefable narrador de historias interesantes, me cuenta la leyenda urbana del Coronel Sanders, icónico personaje de la cadena Kentucky Fried Chicken.

En 1985, el equipo de béisbol de los Hanshin Tigers, de Osaka, ganó el campeonato nacional. Cabe mencionar que el béisbol es el deporte más popular en Japón. Como resultado, los hinchas fueron a celebrar a Dotombori, y empezaron a dar vítores a los jugadores. Entonces, cualquier hincha que fuera parecido al jugador mencionado saltaba al asqueroso, inmundo, contaminado y peligroso canal desde el puente Ebisubashi. Al llegar al nombre de Randy Bass, no había allí ningún extranjero que se pareciera al jugador norteamericano. Entonces alguien tuvo la brillante idea de tomar la estatua del Coronel Sanders, que estaba parada cerca de un KFC cercano, y arrojarla al riachuelo.


Desde entonces los Tigers nunca más ganaron un campeonato, por lo que se empezó a conjeturar que se trataba de la maldición del Coronel Sanders. Entonces, se mandaron equipos de buceo, en un intento de recuperar "el cadáver"... Todo fue en vano... No había estatua y la mala racha ha acompañado al equipo por más de 24 años.

Eso hasta que, recientemente y gracias a los trabajos de recuperación del frente ribereño, se encontró la efigie, para júbilo de los fans del equipo. KFC Japan ha donado la célebre estatua que estaba prácticamente en buen estado, faltándole sólo las manos y los anteojos.


Para el caso, el alcalde de la ciudad de Sabae en la prefectura de Fukui, famosa por la elaboración de anteojos para todo Japón, ha donado un nuevo par de lentes iguales a los originales que se hicieron hace más de dos décadas.


No es la primera vez que el pobre Coronel sufre secuestros de ese tipo. Un amigo me cuenta que una vez estuvo tan borracho que se llevó a una estatua de un KFC a su departamento. Al despertar al día siguiente de la borrachera, se encontró que tenía al maniquí en su cuarto.

Entonces, sigilosamente, lo llevó a un teléfono público y llamó a Kentucky Fried Chicken:
"Hola, habla el Coronel Sanders. Anoche me fuí a tomar unos tragos con un amigo y me perdí. ¿Pueden recogerme en este teléfono?"

Oficio peligroso el de este coronel.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

interesante