Una de las cosas que más me impresionó cuando llegué al Japón hace algunos años fue el uso masivo de mascarillas en caso de resfrío. Mi llegada al archipiélago coincidió con el desarrollo de la gripe aviar, por lo que en un principio pensé que se trataba sólo de una precaución temporal. Sin embargo, en todos estos años he podido comprobar el uso difundido de la máscara y creo que es una de las más interesantes muestras de respeto a los demás que tienen los habitantes de este país, un respeto colectivo que es sin duda componente importante en su desarrollo.
Pero además de su reputación por su responsabilidad social, los japoneses tienen fama de paranoicos en cuanto a la prevención de enfermedades se refiere. Al ingresar al aeropuerto, los visitantes debemos reportar si venimos de algún país de África o Latinoamérica, y todos pasamos por un sensor térmico para ver si tenemos algún tipo de fiebre. Hasta cierto punto, esta preocupación es comprensible, al ser una isla Japón puede controlar efectivamente el ingreso de cualquier enfermedad, pero una vez dentro, y dada la densidad del país, una plaga podría tener consecuencias graves y propagarse rápidamente.
Es así que, estando fuera de Japón durante el brote de la gripe porcina, esperaba que el regreso a tierras niponas iba a ser tedioso. No fui decepcionado.
En principio, todos quienes estábamos fuera del país recibimos un email del centro de trabajo preguntándonos si "estábamos bien". ¡Qué amables! Lo malo es que debíamos responder inmediatamente en las próximas 24 horas so pena de castigo.
Al regresar, en el avión nos entregaron una forma preguntándonos si teníamos síntomas de gripe (lo cual es un procedimiento común en todos los países), indicando además la dirección y teléfono donde estaríamos durante nuestra estadía en el Japón.
Al llegar al aeropuerto, antes de bajar del avión, ingresó un grupo de especialistas usando mandiles, guantes, lentes y máscaras especiales, portando un sofisticado sensor térmico para ver si alguno de nosotros tenía fiebre.
Al pasar la prueba me hice acreedor a un documento amarillo indicando que soy pandemic influenza free (pienso enmarcarlo y colgarlo en mi cuarto).
Una hora estuvieron los tipos en el avión, por lo cual casi pierdo mi conexión. Pero no quiero ni imaginar qué hubiera pasado si alguno de nosotros tenía el virus H1N1: hubieran clausurado el avión al igual que la casa de Elliott en ET.
A pesar de todo ello Japón no ha podido evitar que la gripe se filtre y a la fecha hay 4 casos comprobados de gripe porcina en este país. Por supuesto, no se puede comparar con los más de 2700 encontrados en EEUU, y donde las medidas de seguridad y cuarentena son mucho más flexibles.
Pienso que está bien tomar medidas para la seguridad de la población, pero generar el pánico, con una enfermedad cuyo porcentaje de mortandad no es tan alto como se creía, me parece exagerado.
Dicho esto, me voy a la cama, pues estoy empezando a resfriarme...
Pero además de su reputación por su responsabilidad social, los japoneses tienen fama de paranoicos en cuanto a la prevención de enfermedades se refiere. Al ingresar al aeropuerto, los visitantes debemos reportar si venimos de algún país de África o Latinoamérica, y todos pasamos por un sensor térmico para ver si tenemos algún tipo de fiebre. Hasta cierto punto, esta preocupación es comprensible, al ser una isla Japón puede controlar efectivamente el ingreso de cualquier enfermedad, pero una vez dentro, y dada la densidad del país, una plaga podría tener consecuencias graves y propagarse rápidamente.
Es así que, estando fuera de Japón durante el brote de la gripe porcina, esperaba que el regreso a tierras niponas iba a ser tedioso. No fui decepcionado.
En principio, todos quienes estábamos fuera del país recibimos un email del centro de trabajo preguntándonos si "estábamos bien". ¡Qué amables! Lo malo es que debíamos responder inmediatamente en las próximas 24 horas so pena de castigo.
Al regresar, en el avión nos entregaron una forma preguntándonos si teníamos síntomas de gripe (lo cual es un procedimiento común en todos los países), indicando además la dirección y teléfono donde estaríamos durante nuestra estadía en el Japón.
Al llegar al aeropuerto, antes de bajar del avión, ingresó un grupo de especialistas usando mandiles, guantes, lentes y máscaras especiales, portando un sofisticado sensor térmico para ver si alguno de nosotros tenía fiebre.
Al pasar la prueba me hice acreedor a un documento amarillo indicando que soy pandemic influenza free (pienso enmarcarlo y colgarlo en mi cuarto).
Una hora estuvieron los tipos en el avión, por lo cual casi pierdo mi conexión. Pero no quiero ni imaginar qué hubiera pasado si alguno de nosotros tenía el virus H1N1: hubieran clausurado el avión al igual que la casa de Elliott en ET.
A pesar de todo ello Japón no ha podido evitar que la gripe se filtre y a la fecha hay 4 casos comprobados de gripe porcina en este país. Por supuesto, no se puede comparar con los más de 2700 encontrados en EEUU, y donde las medidas de seguridad y cuarentena son mucho más flexibles.
Pienso que está bien tomar medidas para la seguridad de la población, pero generar el pánico, con una enfermedad cuyo porcentaje de mortandad no es tan alto como se creía, me parece exagerado.
Dicho esto, me voy a la cama, pues estoy empezando a resfriarme...
ACTUALIZACIÓN
No sé si los japoneses de la Dirección de Salud leen este blog porque acabo de recibir una llamada de ellos preguntando por mi salud. ¡Era una broma, chicos!
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